Muchas veces pensamos que el inglés que hemos estudiado en la escuela es suficiente y nos alcanzará para el resto de nuestra vida. Además tenemos la tendencia a pensar que porque lo estudiamos en el colegio «llevamos tooooda la vida estudiando» y el problema no es la escuela o lo mucho o poco que aprendimos allí (que también influye) sino el tiempo que ha transcurrido desde la última vez que tuvimos una clase de inglés.

Hay alumnos que se sacan el First (B2) y luego dejan el inglés por muchos años. La razón por la cual existe el mito de que estos exámenes caducan (que técnicamente no), es porque muchos sitios piden que no tengan una antigüedad mayor a los dos años. Quizás es algo exagerado, pero la realidad es que si te sacaste el First (B2) hace 10 años, no sabemos si has seguido o no con el inglés y lo más probable sea que si lo dejaste, ahora mismo tengas un B1 o incluso un A2/A2+.

Los niveles no son eternos, se pierden. Se pierde fluidez, vocabulario, incluso estructuras. No somos un ordenador donde queda todo archivado y cuando lo necesitas vas y lo buscas. El cerebro va «desechando» aquello que no se usa. Y lamentablemente se pierde mucho más rápido de lo que se gana. Piensa lo que te ocurre en el verano, vuelves de vacaciones, 2 o 3 meses sin inglés y parece que te han borrado la memoria. Pues imagínate 5 años sin nada de inglés.

Por esta razón es muy importante la constancia. Ya sea con clases, leyendo, haciendo intercambio de idiomas, viajando a países donde tengas que usarlo. La clave es estar en contacto con el idioma siempre. Incluso para niveles muy altos se recomienda esto mismo. Si tienes un C2, apúntate a intercambio de idiomas o a una clase al mes de conversación. Algo aunque sea poco, ayudará a mantener viva la llama del inglés.

Es una pena perder el esfuerzo que has hecho.

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